Por Camila Viveros, María Ignacia Tacchi y Catalina Silva.
La violencia contra las mujeres en el país han ido en incremento a lo largo de los años y para esto, el Servicio Nacional de la Mujer ha instaurado distintos servicios para el monitoreo de las políticas e instituciones públicas de salud y otros sectores, para constatar avances, barreras y retrocesos en la equidad de género en salud.
De esta forma, surge el Programa Hombres que Ejercen Violencia de Pareja (HEVPA) que se realiza en Valdivia desde el año 2012, el único centro de rehabilitación regional para agresores que contempla una reeducación frente al complejo fenómeno social que vivencian a diario miles de mujeres en nuestro país. En Chile, existen 15 centros HEVPA, en la región de los ríos, se ubica en Carampangue #583
El programa impulsado por el Servicio Nacional de la Mujer tiene como propósito fundamental la intervención psíquica y física de los hombres en situación de accionar agresivo contra sus parejas, en donde primeramente se realiza un seguimiento exhaustivo del hombre que llega a la rehabilitación sobre su historia y comportamientos, a través de test o conversaciones con el equipo especialista que los atiende. Priscila Laulhere, asistente social del centro HEVPA ahondó más en el proceso de creación y formación de este lugar enfocado a la reeducación masculina.
A éste servicio pueden optar hombres mayores de 18 años que ejercen violencia contra sus parejas o ex parejas, también para la violencia durante el pololeo, estos hombres pueden acceder al programa por su propia voluntad o derivados desde el sistema judicial por cargos presentados por las víctimas.
Estas iniciativas surgen como respuesta a la demanda ciudadana de control social, recogida en diversas jornadas de trabajo a lo largo del país, principalmente en Valdivia, definiéndose como un instrumento de vigilancia de la sociedad civil sobre la política pública y su impacto en la equidad de género.
En estos programas además, son abordados algunos indicadores seleccionados por las organizaciones en contra de este actuar para monitorear los avances, retrocesos y estancamiento de las políticas dirigidas a enfrentar la llamada violencia intrafamiliar, psicológica, económica y sexual. Respecto a ésta temática, el psicólogo Enzo Corona comenta sobre la llegada de los hombres a esta herramienta de ayuda y cómo es su dinámica los primeros días de trabajo.
El modelo y referente teórico que utilizan estos centros de hombres para identificar los tipos de violencia ejercidos en sus parejas es conocido como Rueda de Poder y Control o modelo de Duluth, un modelo estadounidense cuyo énfasis radica en el análisis de las creencias y las conductas de los hombres que ingresan a este centro y ellos puedan comprender qué es considerado como un accionar agresivo.
La rueda de poder y control hace entender a los hombres que su accionar es un conjunto de comportamientos con intención, sobre los cuales se desea conseguir algo sobre la mujer, ya sea a través de intimidación o amenazas, o a través de tácticas más sutiles o invisibles pero igualmente manipuladores e impositivas.
La violencia masculina es considerada como un comportamiento aprendido, el cual promueve la desigualdad y asimetría en la relación con la mujer, y el propósito de este centro es lograr que esto se pueda desaprender, al explorar, identificar y cuestionar las convicciones personales sobre relaciones de pareja buscando el origen de estas acciones, pasando desde el análisis de los discursos familiares hasta el contexto social en que el sujeto está inmerso.
Según lo explicado por el grupo de especialistas, los hombres que ejercen acciones violentas generalmente normalizan o minimizan los gestos, palabras e interacciones que pueden ser identificados como malos tratos para que no sean inscritos como actores de circuitos de violencia repetitiva ya sea por su círculo familiar o por el ambiente social en que se desarrollaron. En razón de lo anterior, es que su concepción hacen énfasis en aspectos socio-culturales a través de la exploración de la vida de los varones que ejercen abusos en sus relaciones.
Este programa abarca más que la violencia física, incorpora la dimensión psicológica, que implica conductas verbales, actitudes y roles, además, comprende el conjunto de comportamientos como tácticas utilizadas por los hombres para adquirir poder y control sobre sus parejas.
Los distintos modelos que utiliza este programa son para permitir comprender la violencia como una práctica y no como un fenómeno aislado ni incidental que tiene lugar en el marco de un orden social y estructuralmente discriminatorio hacia las mujeres, haciendo referencia a la construcción social de las identidades de género en la cultura actual y a las formas como se distribuye y legitima el poder y la autoridad tanto en la sociedad como en el círculo familiar.
A diferencia de otros programas vinculados con esta temática, HEVPA se especializa en fases de intervención por tipo, que contempla un año y seis meses de seguimiento al sujeto que ingresa, independientemente del tipo de violencia que haya realizado.
Este proceso de reeducación, se inicia con una fase individual que se divide en evaluaciones correspondientes a cuatro sesiones, en las que se examina la vía de ingreso, si el sujeto posee algún tipo de patología y si éste se encuentra con disponibilidad para ser partícipe de este programa a través del cual se consideran aspectos como si el varón asume o no haber ejercido violencia a su pareja.
Posterior este proceso se inicia una fase grupal, en la cual, en el proceso del desarrollo de la reeducación masculina que otorga este centro, destacado como uno de los con mayor adherencia a nivel nacional en el año 2012, se propone la participación activa de los varones que están insertos en este programa, con interacciones lúdicas grupales donde mencionan distintos tipos de violencia verbal para así ir identificando qué es un hecho violento sutil y muchas veces minimizado.
El Servicio Nacional de La Mujer Valdivia debe formular anualmente un plan nacional de acción, en coordinación y colaboración con organismos públicos y privados. Asimismo, la ley reconoce a SERNAM la facultad para hacerse parte en los procesos judiciales de sus internos en el programa.
Para finalizar, se puede resumir que la violencia tiene un efecto contaminante en el bienestar emocional de las personas, por ello necesitamos afinar aún más nuestra atención y darnos cuenta de que el tema está presente en nuestra sociedad en forma transversal, que no es un fenómeno privado y que nos daña gravemente a todos. Precisamos visibilizar y desnaturalizar la violencia, pero también necesitamos ser agentes activos en la humanización de nuestras relaciones interpersonales y comprender que no basta con no maltratar.