Por Antonia Godoy S.
A una semana del plebiscito por la nueva constitución, cabe mencionar que muchos chilenos no podrán ejercer su derecho a sufragio. La lista se extiende entre as personas diagnosticadas covid positivo, personas privadas de libertad y otros, que por distintos motivos no pueden asistir a sus locales de votación. Se planteó, para solucionar esto, habilitar el voto por correo, pero el proyecto no pasó del primer trámite legislativo.
Después de la suspensión de clases presenciales a principios de marzo, a causa del COVID-19, fueron muchos los estudiantes universitarios que decidieron volver a sus hogares. Lo que en principio se pensó que duraría unas semanas, se extendió por meses. El SERVEL abrió en marzo un nuevo plazo para el cambio de domicilio electoral, que se extendió hasta principios de junio. Mas fueron muchos los optimistas que pensaron que la situación podría mejorar eventualmente y podrían volver a donde estaban previamente inscritos.
Ante la problemática que afectaba a miles de universitarios a lo largo del país, apareció, a principios de septiembre, el Movimiento Yo Quiero Votar. Con el apoyo de la Confech y utilizando redes sociales, esta organización buscaba llamar la atención del sector político para que se otorgara una solución. Una de las acciones que tomaron fue realizar un catastro, y así tener un panorama de la cantidad de afectados en la misma situación.
El estudiante de Tecnología Médica de la Universidad Austral, Francisco Coronado, participó en el catastro. «Decidí participar porque pensé que podría existir una solución», comentó, «ahora estoy en Hornopirén y se me hace imposible viajar a Valdivia para votar».
Tras la discusión que se llevó en la cámara de diputados, el 24 de octubre, se rechazó y archivó la propuesta para el voto remoto. Así, la esperanza que tenían los estudiantes se esfumó y ahora solo les queda esperar a conocer los resultados de una decisión en la que ellos no pudieron dar su opinión.