¡Ya no quiero bailar en casa!

Cuando eliges la danza como una disciplina, terminas amando el ambiente que se genera dentro de la sala de clases, el apoyo de las y los compañeros y el acompañamiento del profesor se hace una necesidad, ya van siete meses y desde que comenzó la pandemia mi hogar se convirtió en una academia de danza, los salones son mi pieza y mi living, al principio se volvía incómodo el tener un espacio muchísimo más pequeño para poder bailar. Si bien en Valdivia la situación de cuarentena no era la misma que en Santiago o en otras partes de Chile, el hecho de entrenar al aire libre ya se volvía complejo por tener la mascarilla puesta.

Al pasar los días los giros eran menos, los saltos mas bajos y la energía casi era mínima, extrañaba la energía de la sala, necesitaba la inyección de ánimo de mis compañeras y compañeros que después de tanto tiempo se volvieron familia, la frustración era más alta porque la disciplina te exige un nivel y ese nivel ya no era el mismo de antes.

La mayoría de chilenas y chilenos, estudiantes y profesores de cualquier área nos estamos adaptando al método online, método que si nos ha permitido avanzar de cierto modo pero que nos ha quitado lo especial que podría ser el poder mirar a los ojos a alguien mientras te habla, ya que le hablamos a una penumbra que se divide en cuadritos pequeños en una pantalla.

¿Ver el fin de esta pandemia? aún no lo sabemos, pero sí tendremos que seguir adaptándonos a esta realidad y poder ver la mejor parte a esta situación es lo que podría resultar mejor, por el momento tengo que ponerme las zapatillas y seguir corriendo mis muebles para poder tener un poco más de espacio para ensayar.

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