Hace ya varias semanas que el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un y Donald Trump, presidente de Estados Unidos, han estado involucrados en un conflicto que podría conllevar una guerra. Las constantes pruebas de misiles intercontinentales y de alcance más reducido, son tomados como una provocación, ya que estos lanzamientos han caído en el mar de Japón y de Guam, una isla cercana al continente asiático que territorialmente pertenece a Estados Unidos.
Ante las persistentes provocaciones y amenazas entre estos dos países, el resto del mundo muestra conmoción y preocupación, ya que ambos países tienen en su poder un arsenal avanzado de armas nucleares, lo que no solo pone en peligro a los países involucrados, sino que la contaminación y radiación que este tipo de armas podrían provocar, afectarían a gran parte del mundo.
Japón es uno de los países que ya se está preparando ante un ataque inminente, ya que este se alineó con EE.UU.; al líder norcoreano Kim Jong-un no le pareció para nada bueno, por lo que nuevamente lanzó misiles hacia su territorio para demostrarles que Corea del Norte no tolerará esta alianza.
Por otro lado, Rusia es un partidario del diálogo. Las declaraciones de este país van dirigidas hacia el presidente Donald Trump, en las que le pide que hable y que no responda ante las pruebas de misiles que se han hecho desde Pyongyan. Claramente el presidente estadounidense no está de acuerdo con estos dichos y está completamente convencido de que la guerra es inevitable si Corea del Norte no retrocede con sus decisiones, trasladando tropas hacia la costa de Guam, submarinos y buques de guerra hacia el mar japonés. EE.UU. ha sancionado económicamente al país comandado por Kim Jong-un como método de presión, pero eso no servirá para evitar la guerra, sino que por el contrario, la apresurará.
–Por Julieta Cabezas.